Los
apropiadores Haydée Raquel Ali Ahmed y Salvador Norberto Girbone recibieron
penas de 6 y 8 años, respectivamente. El TOF 5 consideró que el militar Héctor
Girbone, acusado de ser el entregador, fue partícipe y lo condenó a 8 años.
Rodeado de
familiares, compañeros de militancia, amigos y otros nietos restituidos, Pablo Javier
Gaona Miranda, secuestrado al mes de vida junto a sus padres, escuchó la
sentencia que le devolvió algo de justicia a su historia.
Luego de dictaminar
que los hechos juzgados son crímenes de lesa humanidad, el Tribunal Oral
Federal Número 5 condenó a los apropiadores Haydée Raquel Ali Ahmed y Salvador
Norberto Girbone a 6 y 8 años de prisión, respectivamente. Y el coronel
retirado y padrino de Pablo, Héctor Girbone, imputado como entregador, recibió
la pena de 8 años. En una sentencia con sabor a poco, los jueces Oscar Hergott,
Gabriel Nardiello y Adriana Palliotti entendieron que Héctor Girbone sólo fue
partícipe de este hecho, y no autor.
Tanto la
querella de Abuelas como la fiscalía habían solicitado 12 y 13 años de prisión
para Ali Ahmed y Salvador Girbone, respectivamente, y 15 años para Héctor
Girbone.
Durante el
alegato, Abuelas justificó el pedido de pena a Girbone: “Fue el entregador de
Pablo, conocía de primera mano los hechos de terrorismo de Estado que se
estaban llevando a cabo, sabía de secuestros, centros clandestinos de detención
y torturas y sabía perfectamente que el bebé que entregó era hijo de
desaparecidos”.
El militar
era el encargado de la seguridad perimetral de la guarnición militar de Campo
de Mayo, donde funcionó una maternidad clandestina y varios centros de
detención. Allí cumplía funciones el obstetra Ricardo Lederer, que firmó el
falso certificado de nacimiento del bebé.
Sobre el
matrimonio apropiador, que nombró al militar entregador como padrino de Pablo,
los abogados dijeron que “eran plenamente conscientes de que el bebé era hijo
de desaparecidos”: “Ellos sabían el origen y que no serían sancionados por su
conducta, fueron quienes mantuvieron la mentira día a día”.
Desde la
vereda opuesta, Héctor Girbone, al decir las últimas palabras ante el tribunal,
reivindicó el terrorismo de Estado y provocó: “La apropiación de bebés no es un
delito de lesa humanidad, no hubo plan sistemático, ni hubo prácticas ilegales.
Todas son conjeturas sin pruebas”.
Aunque las
penas finalmente fueron bajas, la familia celebró que, luego de tantos años de
lucha, se logró condenar a los responsables de la sustitución de identidad de
Pablo, de aquellos que decidieron que no debía conocer su verdadera historia,
que no debía reencontrarse con sus orígenes. “Estoy en calma, se hizo
justicia”, resumió Pablo al término de la audiencia.
El caso
Pablo nació
el 13 de abril de 1978. “Era el primer nieto, el primer sobrino, nosotros
estábamos contentos, queríamos hacerlo de un equipo, de otro”, contó su tío
Rigoberto Gaona durante el juicio. “Nos juntamos el 14 de mayo del ‘78 porque
era una fiesta patria paraguaya”, recordó. A la salida de ese encuentro donde
la familia conoció a Pablo, el bebé de un mes y sus padres, Ricardo Gaona Paiva
y María Rosa Miranda, fueron secuestrados. “No sabemos dónde se los llevaron.
Ellos iban para su casa y nunca más los vimos”, concluyó Rigoberto.
En las
audiencias, los tíos y la
Abuela paterna de Pablo relataron cómo fue la búsqueda y las
primeras denuncias que realizó la familia. También recordó la persecución que
sufrió su familia en años de dictadura, cuando toda su familia fue secuestrada
durante un día. “Cuando volvió la democracia fuimos al Banco Nacional de Datos
Genéticos (BNDG) a dejar la sangre de toda la familia. Siempre fuimos a las
marchas del 24 de marzo, siempre hemos acompañado la búsqueda. Nosotros somos
muy futboleros, lo buscábamos en los partidos de fútbol, en la cancha y hoy lo
encuentro en un ámbito más rico que el fútbol, el de la militancia”, remató.
Por su
parte, Pablo relató a los jueces cómo vivió todos esos años: “Desde que tengo
uso de razón me dijeron que era adoptado y que me habían traído de Misiones,
hasta la adolescencia no hice muchas preguntas sobre la adopción. En realidad
como me dijeron que era adoptado nunca pedí los papeles. De adolescente, me
acuerdo que me pregunté por qué en mi DNI decía que yo era de San Fernando si
había nacido en Misiones. Me respondieron que era para facilitar los papeles”.
Luego, Pablo narró cómo avanzaron las dudas: “Alrededor de 2001 empiezo a
sospechar, primero por estas cuestiones: porque estaba anotado en San Fernando,
porque había un familiar militar que es mi padrino… Pero pasé muchísimos años
tratando de negármelo a mí mismo. Hasta 2008 se fue incrementando la duda, cada
vez que escuchaba hablar a un nieto restituido, o una Abuela o Madre (de Plaza
de Mayo) me conmovía”.
“Un día con
una discusión le dije (a la apropiadora) que iba ir a Abuelas porque creía que
podía ser hijo de desaparecidos. Al otro día ella se sienta llorando y me dice
que podía ser hijo de desaparecidos, me nombra a Héctor y me dice que él era
muy joven y no sabía lo que hacía”, reconstruyó Pablo. Luego, los apropiadores
le dieron distintas versiones y trataron de hacerle creer que quien lo había
entregado era Ángel Girbone, padre de Héctor. “Lo que me parece más creíble es
la versión de 2008, cuando (la apropiadora) se pone a llorar y dice que fue
Héctor, de hecho esa fue la pauta que me hizo dudar”, concluyó.
En 2012,
Pablo finalmente dio el paso y se acercó a Abuelas para plantear sus dudas. El 1º
de agosto de ese año, supo que es hijo de Rosa y Ricardo. “Recibir la noticia
después de años de búsqueda fue sensacional. Conocí a mi familia, eso es lo más
lindo. Después recuperar la vida de uno es el día a día, trato de a poco, no
puedo reconstruir los 34 años de una”, reflexionó ante los jueces y concluyó: “Más
allá de la sensación que pueda tener, yo también lo hice por ellos (su familia)
porque trato de ponerme en la piel de mi Abuela y de mis tíos y no me explico
cómo pudieron aguantar 34 años de búsqueda, de ausencia. También por mis padres
Ricardo Gaona y María Rosa Miranda, que continúan desparecidos”.