Luego de la lectura
del requerimiento de elevación a juicio y de los testimonios de los tres imputados, Pablo Gaona Miranda declaró el lunes en el juicio que intenta condenar a los responsables de su apropiación. A continuación declaró su Abuela paterna Justa Paiva y tres de sus tíos
Gaona Paiva: Rigoberto, Gilberto y Oscar. Fueron seis horas ininterrumpidas de
testimonios conmovedores que ya comienzan a echar luz sobre la verdad.
EL TESTIMONIO DE PABLO
GAONA MIRANDA
En su testimonio
Pablo Gaona Miranda declaró con entereza, frente al tribunal Oral Nº 5, pero
también frente al militar que lo habría entregado, Héctor Girbone, y quienes lo
ocultaron, anotaron y criaron como hijo propio durante 34 años, Salvador
Norberto Girbone y Haydeé Raquel Ali Ahmed.
Pablo narró: “Desde
que tengo uso de razón me dijeron que era adoptado y que me habían traído de Misiones,
hasta la adolescencia no hice muchas preguntas sobre la adopción. En realidad
como me dijeron que era adoptado nunca pedí los papeles. De adolescente, me
acuerdo que me pregunté por qué en mi DNI decía que yo era de San Fernando si había
nacido en Misiones. Me respondieron que era para facilitar los papeles”. Luego
Pablo narró cómo avanzaron las dudas: “Alrededor de 2001 empiezo a sospechar,
primero por estas cuestiones: porque estaba anotado en San Fernando, porque
había un familiar militar que es mi padrino… Pero pasé muchísimos años tratando de negármelo a mí
mismo, porque el hecho de pensar que podía ser hijo de desaparecidos era un
pesar muy grande. Hasta 2008 se fue incrementando la duda, cada vez que
escuchaba hablar a un nieto restituido, o una Abuela o Madre (de Plaza de Mayo)
me conmovía”. Pero el desenlace ocurrió en una discusión, como en tantos otros
casos: “Un día con una discusión le dije (a la apropiadora) que iba ir a Abuelas
porque creía que podía ser hijo de desaparecidos. Al otro día ella se sienta
llorando y me dice que podía ser hijo de desaparecidos y me nombra a Héctor y
me dice que él era muy joven y no sabía lo que hacía. Ahí no hablamos más del
terma hasta que se entera que dio (el resultado de ADN como hijo de
desaparecidos)”. Pablo cuenta cómo siguió su relación con los apropiadores, con
quienes vivía hasta ese momento: “Hasta el 29 de diciembre de 2012 no se habló
mas del tema, me daba mucha culpa. A nadie le gustaría estar acá pero para
poder restituir mi identidad tenía que hacerlo. Saber la verdad es genial peor
yo sabía que no iba a ser fácil”. Y avanza sobre la reacción de los
apropiadores: “La reacción, fue que se sintieron mal, después me empezaron a
preguntar quiénes eran mis padres, cuándo nací”. Y a continuación se explaya
sobre las versiones contradictorias y engañadoras que le dieron sobre la
llegada a esa casa: “Cuando se enteran hay una primera versión: que me habían
ido a buscar a un lugar de monjas en san Fernando y que por eso me anotaron en
san Fernando. Les pregunté por qué me anotaron ese día y dijeron que el día que
tomaron contacto conmigo. También indagué si Héctor tenía algo que ver y primero
que sí, después no. No sabían qué responder. Nuevamente les pregunté quién me
entregó, y dijeron que sí. La versión de que me entregó Ángel (Girbone, padre
de Héctor) aparece cuando hago la declaración ante la Justicia. Ahí me dicen
que el que me entregó fue que él, que hizo los trámites era Ángel”. Le
preguntan si esa versión es creíble y Pablo responde: “No, no me parece creíble.
Lo que me parece más creíble es la versión de 2008, cuando (la apropiadora) se
pone a llorar y me dice que fue Héctor, de hecho esa fue la pauta que me hizo
dudar”. En cuanto a sus apropiadores cuenta: “Me llamaron Leandro. Salvador
tenía una fábrica de etiquetas y Raquel trabajaba como costurera y durante un
tiempo en casas de familia. Cuando conocí a Ángel Girbone era jubilado, lo
veíamos asiduamente. Con Héctor, su hijo, teníamos mucho contacto de chicos,
pero cuando empezó a viajar nos veíamos menos”. Le preguntan sobre el médico
que firmó su partida de nacimiento apócrifa: “No sabía quién había firmado la
partida, hasta que empecé con todo esto. Ricardo Lederer. se conocían con
Héctor porque habían coincidido en el año de mi apropiación en el mismo
destino, él era médico en Campo de Mayo, a donde había estado Héctor”, aclara.
En cuanto a la asimilación de la noticia de ser hijo de desparecidos Pablo
responde: “Recibir la noticia después de años de búsqueda fue sensacional,
conocí a mi familia, eso es lo más lindo. Después recuperar la vida de uno es
el día a día, trato de a poco, no puedo reconstruir los 34 años de una”,
reflexiona y agrega: “De mis padres voy sabiendo lo que me cuenta mi familia
Gaona Paiva y Miranda. Eran militantes del ERP en la zona de villa Martelli. El
domicilio nuestro era en Barrio Norte. Mi papá era mecánico dental y trabajaba
en una portería y mi mamá no sé”. Y concluye sobre la importancia de juicio: “Más
allá de la sensación que pueda tener, yo también lo hice por ellos (su familia)
porque trato de ponerme en la piel e mi abuela y de mis tíos y no me explico cómo
pudieron aguantar 34 años de búsqueda de ausencia. También por mis padres Ricardo
Gaona y María Rosa Miranda, que continúan desparecidos”. Sobre su presente
dice: “Yo milito con Abuelas de Plaza de Mayo en la búsqueda de las 400
hermanos que aún falta encontrar, junto a otros nietos restituidos".
EL TESTIMONIO DEL TÍO RIGOBERTO
GAONA PAIVA
Rigoberto Gaona
Paiva es el mayor de los hermanos Gaona. También declaró sobre la búsqueda de
su sobrino restituido y de su hermano y cuñada desaparecidos. “Mi hermano tenía
21 años cuando desapareció, María Rosa era mi cuñada. Mi hermano era mecánico
dental y militaba en la Juventud Peronista de Villa Martelli, se conoció con mi
cuñada militando, ahí, ella estaba en el ERP y terminaron los dos militaron en
el ERP. Ellos ayudaban a la gente. Los veía seguido. Primero fueron compañeros
de militancia y después cuando mi cuñada quedó embarazada la cosa se puso más
seria”, rememora. Con respecto a su sobrino Pablo cuenta: “Vi al bebé una sola
vez, y tengo la culpa de que no quise alzarlo… era tan chiquito que me daba
miedo, tenía un año y un mes. Y eso es una cosa que me quedó (se emociona)
porque después pasó tanto tiempo en llegarlo a ver ahora y a conocer. Era el
primer nieto, el primer sobrino, nosotros estábamos contentos, queríamos
hacerlo de un equipo, de otro, fue la primera y la última vez que lo vi. Y a mi
hermano y cuñada también”. Rigoberto cuenta que ese encuentro se produjo en la casa
de sus padres, y que se juntaron para celebrar la independencia de Paraguay (su
país de origen) y la llegada de Pablo. “Nos juntamos el 14 de mayo del 78
porque era una fiesta patria paraguaya. Después no sabemos dónde se los
llevaron. Ellos iban para su casa y nunca más los vimos. No sabemos si llegaron
a su casa y los llevaron de ahí, o en el camino”. Luego describe el derrotero
de la búsqueda infructuosa al principio: “Los primeros días, mi tía que ya no está
y mi hermana hicieron la denuncia, pero no se la quisieron tomar en ningún
lugar. Después la hicieron en un organismo de derechos humanos, y en el 79 cuando
vino la Comisión Interamericana de Derechos Humanos también, ahí tomé dimensión
de lo que estaba pasando, yo fui a hacer la denuncia. Yo pensaba que era mi
hermano, cuñada y algunos más habían desparecido del barrio, pero no. Recuerdo
que a nosotros, los extranjeros la denuncia nos las tomó (el secretario
Ejecutivo de la Comisión) Edmundo Vargas Carreiro. Tiempo después, me llegó una
carta de Estados Unidos preguntándome si yo sabía algo. Me quede mal, sentí una
decepción, porque pensé que era una joda, una mentira, cómo me iban a preguntar
a mí dónde estaba”. Rigoberto también recuerda la persecución que sufrió su
familia en años de dictadura: “A fines del 79 vinieron y se llevaron a toda mi familia
detenida, yo no porque era viernes y había salido. Se los llevaron a la
madrugada y los tuvieron hasta la noche del otro día. No me daban ninguna información,
nadie me decía nada, le juro que pensé en matarme. Fui al lugar que trabajaba y
mi patrón que tenía un militar amigo me dijo que me iba a ayudar. Al otro día
aparecieron todos. Cuando volvió la democracia fuimos al Banco Nacional de Datos
Genéticos (BNDG) a dejar la sangre de toda la familia. Siempre fuimos a las
marchas del 24 de marzo, siempre hemos acompañado la búsqueda” Y sobre la
búsqueda de su sobrino confiesa: “Lo busqué siempre, hoy puedo hablar, antes me
hacían el vacío mis amigos, mis vecino, ahora me preguntan, me escuchan, porque
ahora es distinto. Lo buscaba siempre, nosotros somos muy futboleros, lo buscábamos
en los partidos de fútbol, en la cancha y hoy lo encuentro en un ámbito más
rico que el fútbol, el de la militancia”. Por último agradece y recuerda el día
del encuentro: “Yo lo esperaba y agradezco a las Abuelas y a todos los que
buscan. Me llamó la hija de Estela Carlotto (Claudia Carlotto, directora de la
Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad) y me dijo que tenía que ir, y yole
dije no puedo ir ahora. Le pregunté hasta qué hora estaban y me dijo que hasta
que llegara y ahí se me prendió la lamparita. Dejé la carga (porque soy
fletero) y me fui. Me llamó María José (Lavalle Lemos), Cocó, y le pregunté si
estaba ahí y me dijo lo habíamos encontrado. Yo entonces le dije que lo atara,
que no se fuera hasta que yo llegara”, dice entre risas. “Fuimos a Abuelas,
hablamos poquito, estuve toda la semana llorando y emocionado. Ahora presente
estoy feliz, me inyectaron felicidad”, concluye.
EL TESTIMONIO DE LA
ABUELA JUSTA PAIVA
La Abuelas paterna
de Pablo Gaona también declaró sobre la desaparición de su hijo, su nuera y su
nieto. “desaparecieron en una reunión familiar, esa noche desaparecieron”,
luego le preguntan cómo se enteró de la desaparición: “Yo trabajaba en una casa
y el encargado del trabajo de mi hijo me llamó ahí para decirme que hacía 15 días
que no iba a trabajar. Ahí empezamos a buscar, ninguna comisaria nos quiso
tomar la denuncia”, recuerda. Sobre su desaparición rememora: “Me llevaron
detenida una vez, a mí a mi esposo y a dos hijos, nos llevo la Policía Federal,
estuvimos en la calle Moreno. Me hacían preguntas de dónde estaba mi hijo. Y yo
decía, por qué me preguntan a mí, si ellos sabían”. Sobre la búsqueda de Pablo contó:
“Nosotros fuimos a dar la sangre al Hospital Durand (donde funciona el BNDG) y por
eso supo, se entero”. Del encuentro con su nieto primogénito dice: “Me acuerdo
que lo encontramos. A él lo encontraron, pero a mi hijo no. Lo mataron. Él tenía
sus ideas no era asesino ni chorro era buenísimo, mi hijo, que siempre lo extraño
y me hace falta. Hace poco tuve que hacer un tratamiento psiquiátrico porque
estaba muy deprimida, pero haber encontrado a Pablo me ha servido para calmar
esas angustias”. Y concluye: “Yo sufrí mucho todos estos años porque no sabía qué
había pasado con mi nieto, hasta que apareció”.
EL TESTIMONIO DEL
TÍO GILBERTO GAONA PAIVA
Gilberto Gaona Paiva
es otro de los hermanos de Ricardo y tío de Pablo Gaona Miranda. Recuerda: “Desaparecieron
el día que nos reunimos en lo de mi madre en Villa Celina, La Matanza, porque
era la fecha de la independencia paraguaya y para conocer al primer nieto y
sobrino. Mi hermano era paraguayo, llegó a los 12 años a la argentina”. Sobre
el hallazgo dice: “Estoy muy alegre de conocer a mi sobrino, es muy parecido a
mi hermano y a mi cuñada”.
EL TESTIMONIO DEL
TÍO OSCAR GAONA PAIVA
El último en
declarar en la extensa audiencia del lunes fue el tío menor, Oscar Gaona Paiva.
Como sus hermanos recordó el día en que desapareció el matrimonio de su hermano
Ricardo y María Rosa junto con su sobrino, los años de angustia y búsqueda y la
felicidad del encuentro. Sobre el final pidió al Tribunal: “Quiero justicia,
sin rencor, sin odio, pero quiero justicia. Sólo la justicia hace que estas
cosas no vuelvan a suceder. Pienso mucho en mi mamá, en todo lo que debe haber
sufrido, porque si yo como hermano sufriendo, no imagino lo que ha sido para
ella”. Y remató: “Vengo a pedir un poco de justicia, porque un acto de justicia
trae otro acto de justicia”.
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