viernes, 12 de septiembre de 2014

Pablo Gaona Miranda: “Estoy en calma, se hizo justicia”

Los apropiadores Haydée Raquel Ali Ahmed y Salvador Norberto Girbone recibieron penas de 6 y 8 años, respectivamente. El TOF 5 consideró que el militar Héctor Girbone, acusado de ser el entregador, fue partícipe y lo condenó a 8 años.


Rodeado de familiares, compañeros de militancia, amigos y otros nietos restituidos, Pablo Javier Gaona Miranda, secuestrado al mes de vida junto a sus padres, escuchó la sentencia que le devolvió algo de justicia a su historia.
Luego de dictaminar que los hechos juzgados son crímenes de lesa humanidad, el Tribunal Oral Federal Número 5 condenó a los apropiadores Haydée Raquel Ali Ahmed y Salvador Norberto Girbone a 6 y 8 años de prisión, respectivamente. Y el coronel retirado y padrino de Pablo, Héctor Girbone, imputado como entregador, recibió la pena de 8 años. En una sentencia con sabor a poco, los jueces Oscar Hergott, Gabriel Nardiello y Adriana Palliotti entendieron que Héctor Girbone sólo fue partícipe de este hecho, y no autor.
Tanto la querella de Abuelas como la fiscalía habían solicitado 12 y 13 años de prisión para Ali Ahmed y Salvador Girbone, respectivamente, y 15 años para Héctor Girbone.
Durante el alegato, Abuelas justificó el pedido de pena a Girbone: “Fue el entregador de Pablo, conocía de primera mano los hechos de terrorismo de Estado que se estaban llevando a cabo, sabía de secuestros, centros clandestinos de detención y torturas y sabía perfectamente que el bebé que entregó era hijo de desaparecidos”.
El militar era el encargado de la seguridad perimetral de la guarnición militar de Campo de Mayo, donde funcionó una maternidad clandestina y varios centros de detención. Allí cumplía funciones el obstetra Ricardo Lederer, que firmó el falso certificado de nacimiento del bebé.
Sobre el matrimonio apropiador, que nombró al militar entregador como padrino de Pablo, los abogados dijeron que “eran plenamente conscientes de que el bebé era hijo de desaparecidos”: “Ellos sabían el origen y que no serían sancionados por su conducta, fueron quienes mantuvieron la mentira día a día”.
Desde la vereda opuesta, Héctor Girbone, al decir las últimas palabras ante el tribunal, reivindicó el terrorismo de Estado y provocó: “La apropiación de bebés no es un delito de lesa humanidad, no hubo plan sistemático, ni hubo prácticas ilegales. Todas son conjeturas sin pruebas”.
Aunque las penas finalmente fueron bajas, la familia celebró que, luego de tantos años de lucha, se logró condenar a los responsables de la sustitución de identidad de Pablo, de aquellos que decidieron que no debía conocer su verdadera historia, que no debía reencontrarse con sus orígenes. “Estoy en calma, se hizo justicia”, resumió Pablo al término de la audiencia.

El caso
Pablo nació el 13 de abril de 1978. “Era el primer nieto, el primer sobrino, nosotros estábamos contentos, queríamos hacerlo de un equipo, de otro”, contó su tío Rigoberto Gaona durante el juicio. “Nos juntamos el 14 de mayo del ‘78 porque era una fiesta patria paraguaya”, recordó. A la salida de ese encuentro donde la familia conoció a Pablo, el bebé de un mes y sus padres, Ricardo Gaona Paiva y María Rosa Miranda, fueron secuestrados. “No sabemos dónde se los llevaron. Ellos iban para su casa y nunca más los vimos”, concluyó Rigoberto.
En las audiencias, los tíos y la Abuela paterna de Pablo relataron cómo fue la búsqueda y las primeras denuncias que realizó la familia. También recordó la persecución que sufrió su familia en años de dictadura, cuando toda su familia fue secuestrada durante un día. “Cuando volvió la democracia fuimos al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) a dejar la sangre de toda la familia. Siempre fuimos a las marchas del 24 de marzo, siempre hemos acompañado la búsqueda. Nosotros somos muy futboleros, lo buscábamos en los partidos de fútbol, en la cancha y hoy lo encuentro en un ámbito más rico que el fútbol, el de la militancia”, remató.
Por su parte, Pablo relató a los jueces cómo vivió todos esos años: “Desde que tengo uso de razón me dijeron que era adoptado y que me habían traído de Misiones, hasta la adolescencia no hice muchas preguntas sobre la adopción. En realidad como me dijeron que era adoptado nunca pedí los papeles. De adolescente, me acuerdo que me pregunté por qué en mi DNI decía que yo era de San Fernando si había nacido en Misiones. Me respondieron que era para facilitar los papeles”. Luego, Pablo narró cómo avanzaron las dudas: “Alrededor de 2001 empiezo a sospechar, primero por estas cuestiones: porque estaba anotado en San Fernando, porque había un familiar militar que es mi padrino… Pero pasé muchísimos años tratando de negármelo a mí mismo. Hasta 2008 se fue incrementando la duda, cada vez que escuchaba hablar a un nieto restituido, o una Abuela o Madre (de Plaza de Mayo) me conmovía”.
“Un día con una discusión le dije (a la apropiadora) que iba ir a Abuelas porque creía que podía ser hijo de desaparecidos. Al otro día ella se sienta llorando y me dice que podía ser hijo de desaparecidos, me nombra a Héctor y me dice que él era muy joven y no sabía lo que hacía”, reconstruyó Pablo. Luego, los apropiadores le dieron distintas versiones y trataron de hacerle creer que quien lo había entregado era Ángel Girbone, padre de Héctor. “Lo que me parece más creíble es la versión de 2008, cuando (la apropiadora) se pone a llorar y dice que fue Héctor, de hecho esa fue la pauta que me hizo dudar”, concluyó.
En 2012, Pablo finalmente dio el paso y se acercó a Abuelas para plantear sus dudas. El 1º de agosto de ese año, supo que es hijo de Rosa y Ricardo. “Recibir la noticia después de años de búsqueda fue sensacional. Conocí a mi familia, eso es lo más lindo. Después recuperar la vida de uno es el día a día, trato de a poco, no puedo reconstruir los 34 años de una”, reflexionó ante los jueces y concluyó: “Más allá de la sensación que pueda tener, yo también lo hice por ellos (su familia) porque trato de ponerme en la piel de mi Abuela y de mis tíos y no me explico cómo pudieron aguantar 34 años de búsqueda, de ausencia. También por mis padres Ricardo Gaona y María Rosa Miranda, que continúan desparecidos”.


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